Los psicodélicos clásicos como la psilocibina y el LSD ingresan al cerebro a través de los mismos receptores que la serotonina, la hormona del cuerpo para "sentirse bien". La serotonina ayuda a controlar funciones corporales como el sueño, el deseo sexual y estados psicológicos como la satisfacción, la felicidad y el optimismo.